El 5 de noviembre de 2025 marcó un punto de inflexión: por primera vez, el cuidado —ese trabajo silencioso, cotidiano y emocionalmente profundo— fue colocado en el centro de la conversación pública en México. Hasta entonces, la labor de quienes cuidaban a familiares enfermos o dependientes permanecía invisibilizada, a pesar de sostener una parte esencial de la vida social.
Durante décadas, el cuidado no remunerado recayó principalmente en las familias, y dentro de ellas, en las mujeres. La Encuesta Nacional para el Sistema de Cuidados lo había demostrado con claridad: 3 de cada 4 personas cuidadoras fueron mujeres, y esta tarea implicó jornadas extensas, desgaste emocional y poca o nula compensación económica.

La importancia de visibilizar el trabajo de cuidados
En el marco de esta fecha, Takeda, en colaboración con Fundación de Alba A.C. y Unidos, Asociación Pro Trasplante de Médula Ósea, impulsó una investigación que permitió dimensionar el impacto real del cuidado en México.
El estudio “El valor del cuidado y acompañamiento en cánceres hematológicos” reveló que:
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60 millones de personas fueron susceptibles de requerir cuidados en México.
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El 75% de las labores de cuidado recayeron en mujeres.
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El trabajo no remunerado de cuidados representó el 26.3% del PIB, equivalente a 8.4 billones de pesos, sin reconocimiento ni salario.
Cuidar no solo implicó apoyar físicamente: significó reorganizar rutinas, renunciar a espacios personales y enfrentar desgaste emocional constante, especialmente en casos de enfermedades como leucemia, linfoma o mieloma múltiple.
Cómo se comparó esta iniciativa con otras acciones del sector
A diferencia de programas institucionales que se enfocaron en apoyos parciales o asistenciales, esta investigación profundizó en la experiencia emocional y económica de las personas cuidadoras.
Mientras otros esfuerzos se concentraron en el paciente, esta iniciativa colocó a la persona cuidadora en el centro de la conversación:
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Puso énfasis en la perspectiva de género.
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Reconoció el costo emocional del acompañamiento.
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Señaló la urgencia de sistemas públicos de apoyo y descanso.
Este enfoque permitió observar el cuidado no solo como una labor doméstica, sino como un derecho humano y una necesidad social estructural.
Qué significó el acompañamiento para quienes cuidaron
El diagnóstico de una enfermedad grave alteró la vida cotidiana de las familias. Muchas personas cuidadoras enfrentaron:
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Cambios radicales de tiempo y energía.
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Carga mental intensificada por decisiones médicas.
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Impactos económicos debido a reducción o abandono del empleo.
Aun así, fueron ellas quienes sostuvieron momentos críticos, desde noches completas sin dormir hasta la gestión diaria de tratamientos complejos.
La Dra. Fernanda Bueno, directora médica de Takeda México en ese momento, lo expresó así:
“La persona cuidadora sostiene vida. Y casi siempre lo hace en silencio”.
Hacia dónde debía dirigirse la conversación social
Lo que dejó ese Día Internacional fue claro: Cuidar también debía ser cuidado.
Construir una cultura que reconociera, protegiera y acompañara a quienes dedicaron su energía y su tiempo al bienestar de otros fue un paso necesario hacia una sociedad más justa y humana.
Cuidar fue un acto de amor, pero no tenía por qué ser un acto solitario.
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